Probablemente más conocidas por su lejanía, sus tortugas gigantes y su vínculo con Charles Darwin, las Islas Galápagos—ubicadas a 960 km de la costa ecuatoriana—también son el hogar del majestuoso albatros de Galápagos (Phoebastria irrorate), una enorme ave marina que anida y cría a sus polluelos durante nueve meses al año. Es el ave más grande del archipiélago y la única especie de albatros que vive en los trópicos.


Mi primera vez en las Islas
Llegué a Galápagos a principios de los años 90, tras responder a un pequeño anuncio en un tablón del Departamento de Estudios Ambientales de la Universidad de Montana, donde estudiaba mi posgrado. Decía: “Se busca asistente de campo para el Proyecto del Albatros de Galápagos de Wake Forest University… ¡únete al equipo!” Abajo, en letra pequeña, decía: “Debe pagar su propio pasaje aéreo”. Ese detalle desanimó a varios compañeros, pero yo quería ir. Apliqué, ahorré, y lo logré. Después de montañas de papeleo y mucho antes de que existieran los smartphones (cuando las computadoras apenas comenzaban a usarse), partí rumbo a la Estación Científica Charles Darwin, como parte del equipo de estudio de aves marinas liderado por Dave Anderson.

Contando albatros
En ese entonces, el objetivo era realizar un censo poblacional del albatros de Galápagos, el primero desde la década de 1960. Muchas cosas habían cambiado en el archipiélago desde entonces, y era urgente obtener un nuevo conteo para guiar futuras acciones de conservación. El albatros de Galápagos solo anida en la isla Española, la más al sur del archipiélago. La tortuga gigante de Española había estado al borde de la extinción, y ya se estaban llevando a cabo esfuerzos de repatriación. El albatros era considerado una especie vulnerable, y calcular su población reproductiva era fundamental.
Ese proyecto estimó el número de parejas reproductoras en la isla. Y también encendió en mí un profundo amor y compromiso por estas islas increíbles… un sentimiento que nunca se ha ido.

El olor de un albatros
Una anécdota divertida que siempre recuerdo: alguien del equipo me dijo que los albatros olían bien. Así que decidí comprobarlo por mí misma. A los pocos días de llegar a Española, mi compañero de campo Héctor Douglas y yo comenzamos el trabajo. Había que levantar a los albatros con cuidado para medirlos y colocarles anillas, o registrar el número de las ya existentes. ¡Vimos algunas anillas de los años 60!
Los albatros nos recibían con una peculiar “bienvenida”: abrían el pico y trataban de cortarnos con sus enormes mandíbulas de casi 13 cm. Yo desarrollé una técnica cuidadosa para levantarlos: primero les sujetaba el pico con suavidad, y luego acercaba mi nariz a su cabeza para olerlos. Para mi sorpresa, ¡tenían un aroma delicado, parecido al talco para bebés! Y, acto seguido, trataban de morderme.
Antes y ahora: ¿qué ha cambiado?
Recientemente hablé con Gustavo Jiménez, investigador principal de aves marinas en la Fundación Charles Darwin, para conocer el estado actual del albatros de Galápagos y los retos de conservación casi 30 años después de mi experiencia en el campo.
Gustavo ha trabajado más de 20 años en la FCD y tiene una destacada trayectoria científica. El último censo de albatros fue hace una década y estimó entre 33,000 y 35,000 individuos. Aunque esto ofrece una imagen de la población, ahora se están llevando a cabo estudios más profundos sobre su supervivencia, dado que pueden vivir hasta 40 años (e incluso se han registrado algunos con 70). Con el 99% de la población mundial de esta especie anidando en un solo lugar—la isla Española—la amenaza externa es considerable. Hoy se estudian también otros factores como el cambio climático, la interacción humana, la acumulación de metales pesados y la aparición de patógenos y parásitos.

Retos actuales de conservación
El cambio climático y eventos de El Niño más intensos y frecuentes representan amenazas claras. Estos eventos disminuyen la disponibilidad de alimento al hacer que los peces desciendan a aguas más frías. Sin alimento suficiente, la capacidad reproductiva del albatros se ve afectada. Además, solo ponen un huevo por ciclo, y si falla, no vuelven a intentarlo hasta la siguiente temporada.
Otras amenazas en mar abierto incluyen la contaminación oceánica, como químicos industriales, y la competencia con barcos pesqueros. Pero uno de los mayores peligros hoy son las pesquerías de palangre. “Captura incidental” es el término para especies que caen atrapadas por error: aves, tortugas, tiburones, delfines, etc. Perú y Ecuador tienen prácticas pesqueras distintas, y se realizan reuniones con gobiernos de Colombia, Perú, Ecuador y Chile para encontrar soluciones. Esto ha abierto caminos para la colaboración internacional.

Un esfuerzo global para protegerlos
Grupos internacionales y gobiernos trabajan juntos para mitigar estas amenazas. ACAP (Acuerdo para la Conservación de Albatros y Petreles) es un ejemplo. Esta iniciativa reúne a países y ONGs para abordar amenazas tanto en tierra como en el mar, con base en estudios científicos.
Con tantos desafíos—y la posibilidad de nuevos, como los microplásticos o la resistencia antimicrobiana—la conservación del albatros de Galápagos sigue siendo una labor activa y urgente.
