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Edén vs. Realidad

Placeholder image with CDF logo Bren Ram, Island Conservation
16 Dic 25 /

Edén vs. Realidad: La Verdadera Historia del Drama Ecológico de Floreana

La isla Floreana, en Galápagos, está llena de drama humano: una historia tan fascinante que inspiró la nueva película Eden de Ron Howard. En la década de 1930, los colonos llegaron persiguiendo un sueño de utopía, pero su búsqueda del paraíso trajo consigo consecuencias no deseadas. Junto con sus provisiones, llegaron intrusos: especies invasoras como las ratas. Estas especies se infiltraron silenciosamente en la isla, depredando la fauna nativa y desmantelando un ecosistema que había prosperado durante milenios.

Hoy, el legado de esos primeros asentamientos sigue presente… pero también lo está el impulso por ver renacer a Floreana. Vivir en Floreana hoy es tan intenso como en los tiempos que relata Eden, y sus habitantes trabajan unidos para hacer realidad su visión de un ecosistema biodiverso y floreciente.

Amenaza de Especies Invasoras

Cuando los humanos llegaron por primera vez a Floreana, trajeron consigo especies invasoras que transformarían profundamente las funciones ecológicas de la isla. Ratas, ratones y gatos ferales depredan huevos, polluelos y semillas, arrasando con la vida silvestre nativa. Con el tiempo, el daño fue catastrófico:

  • 55 especies de Floreana están hoy clasificadas como Amenazadas, según la Lista Roja de la UICN.
  • 12 especies se han perdido localmente, incluido el cucuve de Floreana, que ahora sobrevive únicamente en dos pequeños islotes.
  • La tortuga gigante de Floreana, una especie clave, se considera extinta en la isla… por ahora.

La destrucción provocada por las especies invasoras va más allá del declive de las poblaciones. Sin tortugas que pasten y dispersen semillas, por ejemplo, la vegetación de Floreana cambió drásticamente, reduciendo la calidad del hábitat para muchas otras especies.

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Más Allá de la Vida Silvestre

Las consecuencias no se limitan al paisaje natural. La pequeña comunidad de Floreana, alrededor de 150 personas, depende del turismo, la agricultura y la pesca artesanal. A medida que la biodiversidad disminuía, también lo hacía el ecoturismo. Los roedores invasores dañaban entre el 80% y el 90% de los cultivos agrícolas, afectando directamente a los medios de vida. Y diversos estudios muestran que la degradación terrestre está íntimamente ligada a la salud marina. La visión comunitaria de una isla próspera, donde la vida silvestre convive con medios de vida sostenibles, se volvía cada vez más difícil de alcanzar.

Pero la gente de Floreana es resiliente. Ellos son el motor del Proyecto de Restauración Ecológica de Floreana, un esfuerzo interinstitucional para eliminar las especies invasoras y recuperar la fauna que hace de la isla un lugar único.

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Un Problema Global con Soluciones Locales

La historia de Floreana forma parte de un panorama mucho más amplio. Cada vez más estudios evidencian la devastación que causan las especies invasoras, que cuestan a la economía mundial 423 mil millones de dólares al año. En islas como Floreana, las especies invasoras son responsables del 90% de las extinciones globales. Amenazan la salud humana, la seguridad alimentaria y la identidad cultural. Interactúan con el cambio climático, aumentan el riesgo de incendios forestales e incluso propagan enfermedades como malaria y zika. Para las comunidades insulares, estos impactos son profundamente personales.

Pero las islas también representan esperanza. Rodeadas de agua, son lugares ideales para lograr erradicaciones permanentes. Los proyectos de restauración generan efectos positivos en cadena: islas más sanas aportan nutrientes más ricos a las aguas circundantes, impulsando las pesquerías. La comunidad de Floreana se beneficiará del proyecto de muchas maneras: económica, social y ecológicamente.

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Impactos Tangibles Hasta la Fecha

Desde que comenzó la primera campaña de control de especies invasoras a finales de 2023, los signos de recuperación están por todas partes. Aves endémicas como el pinzón de tierra pequeño cantan más fuerte y en mayor número, y los conservacionistas incluso redescubrieron a la Pachay de Galápagos, una especie no vista en Floreana desde la visita de Darwin en 1835. Caracoles nativos, ausentes por más de un siglo, están de vuelta, lagartijas y gecos prosperan. La colonia del petrel de Galápagos está en auge, con 700 nidos y 154 pichones volados en 2024.

Los beneficios van más allá de la fauna: los agricultores están cosechando cultivos completos por primera vez en años gracias a la erradicación de ratas, aumentando los ingresos familiares y la seguridad alimentaria. La eliminación de roedores también ha reducido riesgos de salud como la leptospirosis. Estos cambios demuestran que la restauración no solo es posible: ya está transformando la vida en Floreana para la naturaleza y la gente.

Un Camino Hacia la Restauración

El Proyecto de Restauración de Floreana es el esfuerzo de restauración más ambicioso de la historia de Galápagos, y quizá del mundo. Una vez que la isla esté libre de ratas invasoras y gatos ferales, será un hogar seguro para 12 especies desaparecidas que regresarán a la isla. Y comenzamos con la tortuga gigante de Floreana, una ingeniera del ecosistema vital capaz de acelerar la recuperación.

Eden cuenta el drama humano de Floreana, pero hoy, el verdadero drama es ecológico. Al eliminar las especies invasoras, estamos reconstruyendo un ecosistema insular donde la naturaleza y las personas prosperan juntas.

Acerca del Proyecto

El Proyecto de Restauración Ecológica de la Isla Floreana es liderado por la Dirección del Parque Nacional Galápagos y la Agencia de Bioseguridad para Galápagos, con Fundación Jocotoco, Island Conservation y la Fundación Charles Darwin como coejecutores. Trabajando de la mano con la comunidad de Floreana y aliados locales e internacionales, el proyecto busca lograr la restauración ecológica completa de la isla mediante la erradicación de tres especies de mamíferos invasores, la restauración de hábitats y la reintroducción de 12 especies endémicas, recuperando la funcionalidad ecológica y la resiliencia de este ecosistema insular único.