Entre el amor por la ciencia y el compromiso como madre
Andrea Daniela o "Andreita" como cariñosamente la llaman, es el claro ejemplo entre la pasión por el trabajo y la dedicación a la familia pueden coexistir, aunque el camino no siempre sea fácil. Como científica comprometida y madre de dos niños, Andrea equilibra de manera delicada su carrera profesional con las responsabilidades de la maternidad, apoyándose en la apertura que la Fundación Charles Darwin (FCD) brinda a su personal para compaginar el trabajo, el estudio y su vida personal.
Un camino marcado por la pasión
Desde niña, Andrea Daniela sintió una conexión especial con los animales, algo común entre los habitantes del archipiélago de Galápagos. Aunque inicialmente soñaba con ser veterinaria, su pasión la llevó a estudiar Biología en la Escuela Superior Politécnica del Litoral (ESPOL).
“Decidí que la Biología era lo mío. Me encanta trabajar con aves, especialmente en monitoreos e investigaciones de campo. Por eso, mi tesis se tituló Observaciones sobre la anidación de la paloma de Galápagos (Zenaida galapagoensis) y me gradué en 2017”, comenta Andrea.
Su relación con la Fundación Charles Darwin comenzó en 2014, cuando envió una solicitud para ser voluntaria. Desde entonces, ha tenido un recorrido notable: ha participado como voluntaria, colaborado en monitoreos de aves marinas y trabajado como tesista en el área de aves terrestres. Hoy, es una pieza clave en el equipo de investigación del proyecto de aves marinas, desempeñándose como Investigadora Junior.
Su trabajo incluye tareas como el apoyo con la preparación de equipos y planificación logística para las salidas de campo, apoyo en monitoreos poblacionales de aves marinas y de laguna, colaboración en la captura y marcaje de aves, toma de datos en campo, gestión de las bases de datos, redacción de informes de campo sobre los monitoreos y colaboración estrecha con su equipo.

El trabajo de Andrea y su equipo no solo genera datos, sino que contribuye directamente a la conservación de especies emblemáticas como el albatros de Galápagos. Cuando la gripe aviar llegó a las islas a fines de 2023, Andrea y el equipo monitorearon la salud de más de 180 albatros alrededor del archipiélago y realizaron pruebas para detectar el virus. Gracias a las medidas de bioseguridad que implementó la Dirección del Parque Nacional Galápagos, recomendadas por el Comité de Influenza Aviar, todos los resultados fueron negativos.
Este tipo de investigación es esencial para proteger especies vulnerables y avanzar en la misión de la Fundación Charles Darwin para enfrentar los mayores desafíos y conservar Galápagos, a través de la ciencia y la acción oportuna, ante riesgos potenciales.
“Cada salida de campo es un desafío, jornadas largas de trabajo bajo el intenso sol y tener mucho tino para manipular a las especies sin afectarlas, con un mínimo estrés, y siendo conscientes que es por su bienestar, sin duda, un trabajo que vale mucho la pena.” , comenta Andrea.
“A veces también hago de psicóloga, mamá y consejera. En la oficina y en el campo somos como una familia”, dice Andrea entre risas, enfatizando el ambiente de apoyo mutuo en la FCD.
La maternidad: un desafío transformador
Convertirse en madre, en 2019, añadió una nueva dimensión a su vida profesional. Antes, sus salidas al campo eran sencillas: bastaba una mochila y su entusiasmo por la investigación. Ahora, dejar a sus hijos en Puerto Ayora, ciudad donde pernocta, es uno de los aspectos más difíciles de su trabajo. Y un desafío compartido por muchas otras mamás científicas.
Afortunadamente, Andrea cuenta con el apoyo incondicional de su madre, quien cuida a sus pequeños durante sus ausencias, y con la flexibilidad laboral de la FCD, que entiende las necesidades de sus colaboradores/as, especialmente de quienes tienen hijos. Esta red de apoyo le ha permitido mantener el equilibrio entre su carrera y su familia, aunque la incertidumbre de que sus hijos puedan necesitarla mientras está en el campo siempre está presente.
“Amo mi trabajo y amo a mis hijos, pero quiero avanzar en ambas cosas. No quiero quedarme estancada”, afirma con determinación.

El compromiso de la FCD con sus colaboradores va más allá de las palabras: se refleja en políticas flexibles, apoyo de las jefaturas y en la logística de las iniciativas de investigación que pueden adaptarse en algunos casos para permitir que científicas como Andrea Daniela puedan realizar sus labores mientras procuran un balance de vida - trabajo.
El privilegio de ser residente galapagueña
Como residente permanente de Galápagos, Andrea valora las oportunidades únicas que su origen le ha brindado. Para ella, ser galapagueña no es solo un dato en su cédula, sino una responsabilidad y una motivación para aprovechar al máximo las puertas abiertas.
“Hay muchas personas que quieren estar aquí, trabajando junto a científicos apasionados por la conservación de nuestras especies y viajando a lugares remotos para conocer y proteger la flora y fauna únicas del mundo, pero no pueden porque no son residentes. Si tienes ese privilegio, debes aprovecharlo”, reflexiona Andrea.
Su rol como galapagueña también es vital para construir puentes entre la comunidad local y la ciencia, motivando a las nuevas generaciones a formarse y participar en proyectos de conservación que no solo beneficien a las islas, sino también al planeta.
Su mensaje a los/as jóvenes locales es claro: la pasión y el compromiso son esenciales. No basta con ser galapagueño; se necesita un verdadero amor por la naturaleza y un deseo genuino de marcar la diferencia. Además, resalta que la FCD ofrece oportunidades laborales donde las madres pueden desarrollarse profesionalmente sin renunciar a su vida personal y familiar.



Un legado para la conservación
Andrea no es solo una científica; es una madre comprometida y una inspiración para quienes buscan equilibrar sus pasiones personales y profesionales. Su trabajo en el Proyecto de Conservación de Aves Marinas y Laguna no solo contribuye al conocimiento y protección de especies en peligro, como el albatros, sino que también deja un poderoso ejemplo para sus hijos: el valor del esfuerzo, la dedicación y el amor por la naturaleza.
Con cada monitoreo que realiza y cada informe que redacta, Andrea no solo protege la biodiversidad de Galápagos, sino que también refuerza el estatus de la FCD como un referente mundial en la conservación de este Patrimonio Natural de la Humanidad.
Su historia nos recuerda que, aunque el camino sea desafiante, es posible construir un legado significativo mientras se honra a la familia y a la ciencia.
Hoy en este día especial, queremos reconocer la labor de todas las madres de la Fundación Charles Darwin que, desde sus diferentes roles y enfrentando varios desafíos, contribuyen cada día a cumplir la misión de la Fundación, aportando conocimiento, excelencia y ternura.
Mujeres en la ciencia en la FCD

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