El regreso del Bosque de los Niños
El regreso del “Bosque de los Niños“ marca la recuperación de una visión imaginada hace más de tres décadas. El bosque fue identificado y establecido en 1993 por Jacinto Gordillo—conocido cariñosamente como Don Jacinto—quien llegó por primera vez a Isabela en 1952 como sacerdote durante la época de la colonia penal y posteriormente se convirtió en educador ambiental de la Fundación Charles Darwin (FCD). Su trabajo con la Estación Científica Charles Darwin lo llevó a acompañar expediciones botánicas por las islas, y una de las 15 especies del género Scalesia, endémica de San Cristóbal, fue nombrada en su honor: Scalesia gordilloi.
Durante esas exploraciones en Isabela identificó una pequeña parcela en la zona agrícola que conservaba un remanente de bosque de Scalesia cordata. Sabía que la especie necesitaba protección, pues sus poblaciones disminuían, sobre todo en la zona agrícola. Actualmente queda menos del 1% de su población original, lo que incrementa la urgencia de su conservación. La Scalesia cordata es una planta endémica que solo existe al sur de la isla Isabela.
Con la intención de conservar ese pequeño bosque, Don Jacinto, junto con la entonces directora de la FCD, Dr. Chantal Blanton, y la organización Tree Amigos gestionaron la compra del terreno donde se encontraba la población de Scalesia cordata. Desde entonces, el sitio de ~0.2 ha impulsó actividades de conservación y educación ambiental, especialmente con niños y niñas de 8 a 12 años del Club Renacer—el cual realizó su primera visita al bosque el 27 de agosto de 1993.
Gabriela Rivadeneira, exintegrante del Club Renacer, recuerda esa etapa:
“Formé parte del club cuando tenía 10 años. Hacíamos recorridos para identificar flora y fauna endémica. Nos reuníamos en el Bosque de los Niños y desde allí surgían iniciativas. Era un espacio de trabajo y encuentro. Cuando pasaba por el lugar y veía las plantas invasoras sentía nostalgia. Ahora quiero apoyar la recuperación de este espacio para las nuevas generaciones”.
Con el paso de los años Don Jacinto se retiró y el área dejó de realizar actividades educativas, el sitio fue abandonado y las plantas invasoras se extendieron por el sitio.
Un bosque que renace con la restauración
Una década después del fallecimiento de Don Jacinto, el lugar vuelve a recibir a la comunidad. La primera siembra de más de 80 plántulas de Scalesia cordata estuvo marcada por el reencuentro entre antiguos integrantes del Club Renacer—ya adultos—y sus familias, asi como a descendientes de Don Jacinto, incluida su nieta Estefanía Gordillo, miembros de la comunidad, niños de la escuela Odilo Aguilar y del Club de Ciencias (FCD), guardaparques y el equipo técnico de la Fundación Charles Darwin. La comunidad mantiene viva la memoria de Don Jacinto y de las actividades educativas que dieron vida al Bosque de los Niños.
El proyecto de restauración busca recuperar este espacio comunitario, reintroducir Scalesia cordata y otras especies endémicas, y ofrecer nuevamente un lugar para actividades de educación ambiental—fomentando así la concientización de niños y niñas de la isla a cuidar las especies endémicas de Isabela, especialmente la Scalesia cordata.
Miriam San José, investigadora del proyecto de restauración del bosque de Scalesia, explica su vínculo con el lugar:
“En 2021, poco después de llegar a la FCD, supe de este terreno y de su historia. Cuando fui por primera vez, todo estaba cubierto por plantas invasoras y no quedaba ni un solo árbol de Scalesia. Por eso iniciamos este proyecto: para recuperar el bosque y este espacio comunitario”.
El plan contempla varios años de trabajo para convertir el área en un bosque interpretativo donde la Scalesia cordata pueda crecer nuevamente y donde la comunidad de Isabela se vincule con la naturaleza, conozca la importancia del género Scalesia y comprenda la ecología de esta especie en peligro crítico—y de las muchas especies de flora y fauna que dependen de este hábitat único en el mundo. El uso de un terreno propiedad de la FCD brinda estabilidad, permite planificar a largo plazo y facilita la búsqueda de financiamiento para ampliar los esfuerzos de restauración.
“Mientras el bosque se recupera, queremos construir una cabaña para actividades educativas con las escuelas locales y, en el futuro, establecer un pequeño vivero que permita a la comunidad participar en el cultivo de Scalesia cordata”, afirma Miriam San José.